El Magueyito

Por Melissa del Pozo

Dantecruz Castro, el padre de Leonel ha ido colocando ladrillos y yeso a su casa de tierra y palos, dice que es para resanar la ausencia de su hijo de 19 años quien quería estudiar para no tener que hacer más cosas del campo, con todo, dice su padre y que es muy bueno para chaponar, hacer surcos en la tierra para poder sembrar.

También ha colocado fotos de Leonel en los muros de su casa de no más de seis metros cuadrados que recorre con sus pies descalzos sobre la tierra mojada y roja ubicada un cerro en el poblado de El Magueyito, una localidad de no más de 300 habitantes en el municipio de Tecoanapa.

Leonel aparece en una fotografía que adorna uno de los tres cuartos, dos de ellos son las recámaras, el del centro, Dantecruz lo ha acondicionado como comedor, con una silla de madera y dos de plástico. Leonel aparece parado en la tercera fila de abajo hacia arriba. Lleva, como sus compañeros del Bachillerato en Buenavista, una camisa blanca, pantalón azul y una corbata verde. Tiene los ojos de su madre, pequeños, tristes en forma de media luna invertida. Sus labios son amplios gruesos, como los de su abuelo, dice Dantecruz y el cabello necio, “parado en picos, así como el mío”.

Dantecruz cuenta que su hijo es un muchacho con buenos valores, dice que su hijo sabe lo que está bien y lo que está mal. Cuando se fue al bachillerato “le dije: en otro lado no es como en la casa, te tienes que portar bien para que te vean con buena cara y si te ponen algo nunca agarres nada, si te ponen dinero o algo para ver quién eres o de qué familia tu no lo agarres, no importa cuánto dinero sea”.

Cuando se fue Ayotzinapa, le dijo que tenía que cuidarse, “que hiciera todo lo que le pidieran y que demostrara que la pobreza es una condición de nosotros, pero que era más listo que cualquiera”.

La casa de los Castro no tiene puertas. “No tenemos nada que nos puedan robar, no tiene sentido que ponga puertas”, dice DanteCruz. El cerdo y el burro, sin embargo, sí están amarrados a los árboles que rodean la casa de los Castro. Las tres gallinas y los dos guajolotes están en una cerca con candado junto a la casa. Las crías de las gallinas se pasean por la casa. Evelio, el hermano de Leonel y el más pequeño los corretea buena parte del día

Leonel y tres de sus hermanos duermen en una de las recámaras, sus padres y los tres más pequeños duermen con sus padres. Sólo Rosa Elia, su hermana de 16 vive con su novio.

Desde que no está Leonel, los espacios en el cuarto se han repartido mejor, pero también pasan más frío. Pese al calor de la región, la tierra suele traspasar humedad cuando llega la noche. Bernardino es el encargado de desdoblar las cobijas y acomodarlas en el piso cuando es la hora de dormir. Leonel y Bernardino se acomodaban en las esquinas, sus hermanos iban repartidos en forma paralela a ellos, según el orden en que Berna acomodaba las cobijas. ??En la otra esquina del cuarto hay dos tambos de plástico. Es el closet. Todos los hermanos deben guardar su ropa en los botes de manera ordenada para que no se confunda una prenda con otra, doblada de preferencia. Junto a los botes hay dos sillas de plástico con el sello de la cerveza Corona. En ellas los hermanos colocan sus cuadernos y algunas cobijas. Berna ha puesto ahí el cuaderno de Leonel, en el que sólo hay dibujos y su nombre en la primera hoja: Leonel Castro Abarca.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Eduardo Mirafuentes (Bodox).

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa