La voz de Israel

Por Nazifh Luna

Israel Jacinto Lugardo siempre ha sido gordito y de buen diente. Tímido, introvertido, de pocos amigos y de pocas palabras. Desde pequeño, prefería quedarse en el salón de clase durante el recreo, antes que salir jugar con la mayoría. En la secundaria, por ejemplo, durante ese complicado periodo cuando los niños se convierten en adolescentes y verdugos de sus demás compañeros, él se las ingeniaba para quedarse dentro del salón o muy cerca. Rara vez se le veía en las canchas de futbol donde se reunía el resto de varones a ver jugar a otros chicos o para “echar la reta”.

Israel se enamoró en la preparatoria. Una niña le llenó el ojo y le robó el corazón. Pero nunca se lo dijo. Esos kilitos de más y ese carácter tímido e introvertido jugaron en su contra.

Siguió el camino de sus tres hermanos mayores, de 35, 29 y 21 años. Pese a ser de pocas palabras, lo último que recuerda Ricardo, hermano de Israel y quien estudia también en Ayotzinapa pero en segundo año, es su voz. En medio de estruendosos estallidos, con voz entrecortada y aliento agitado provocado por los gases lacrimógenos que lanzaban policías municipales de Iguala al interior del camión, Israel le dijo a su hermano: “Nos tienen rodeados”. “Cuelga, para que puedas respirar”, le respondió el hermano. A partir de esa llamada, de alrededor de las 23:11 horas del 26 de septiembre de 2014, su número telefónico manda a buzón.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Sagui.

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa