La mudanza de los Colón Garnica

Por Andrea Mireille

Aquella mañana, Lucina Garnica, fabricaba mechas de pabilo en su casa, ubicada en Tlacolula de Matamoros, Oaxaca.

Encendió el radio para hacer más amena su jornada laboral, sin embargo, una noticia le provocó un hueco en el estómago: la desaparición de los 43 normalistas de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa, Guerrero.

Lo peor vino segundos después, cuando escuchó el nombre de su hijo: Christian Tomás Colón Garnica. Quería pensar que se trataba de un error, pero la angustia le ganó. Salió de su casa confundida y aterrada.

Por la noche, los vecinos confirmaron sus sospechas: su hijo estaba desaparecido.
Junto con su esposo consiguió dinero prestado para trasladarse a Tixtla, Guerrero. Salieron sin maletas. Dejaron pertenencias, recuerdos, amigos para iniciar la búsqueda, que hasta ahora no ha terminado.

Christian Tomás Colón Garnica nunca fue como el resto de los jóvenes de su comunidad, quienes sólo tienen dos opciones: formar una familia antes de cumplir la mayoría de edad y trabajar en lo que sea para obtener dinero, o cruzar la frontera hacia Estados Unidos.

Christian no iba a fiestas, bailes. Tampoco le gustaba el alcohol y el tabaco. Se entregaba por completo al estudio.

Sus padres lo definen como un muchacho disciplinado, callado, dócil, solitario y muy amoroso. De pocos amigos, sus días se dividían entre la escuela, la lectura, las tareas y el futbol, el único deporte que practicaba antes de partir a Guerrero, y para el que según sus padres y su hermano José Luis, es muy bueno.

Quería estudiar para ser maestro y compartir su conocimiento. Uno de sus más grandes anhelos era estar frente a un grupo de niños, y con el tiempo, impartir clases en diferentes universidades.

Actualmente la casa de la familia Colón Garnica, ubicada en el Paraje Duvil rara vez está habitada. Al igual que los muros de la escuela secundaria a la que asistió Christian, cuelga una fotografía donde aparece ese muchacho callado y sereno, de mirada profunda, la misma que desde hace nueve meses sus padres buscan.

Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras

Ilustración de Pitahaya.

Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa